lunes, 20 de septiembre de 2010

SABORES, OLORES, EMOCIONES Y ALZHEIMER

Una de las experiencias más interesantes que he tenido últimamente ha sido en las Jornadas sobre Terapias no Farmacológicas en la enfermedad de Alzheimer. Ha sido en Salamanca, en el Centro de Referencia Estatal (CRE) para esta enfermedad. En la reunión había  expertos del mundo que expusieron sus trabajos. En ellos abren caminos, utilizando la vertiente artística, -la literatura, el teatro, la música, etc.- como medio de expresión para los pacientes con demencia. Son medios terapéuticos diferentes al del lenguaje y la memoria, los más afectados en los pacientes con Alzheimer.
Uno de los ponentes era Richard Taylor, estadounidense, doctor en Psicología, diagnosticado de Alzheimer en el año 2001. Richard es alto, canoso, de verbo lento, seguro y claro; un hombre afable, que  piensa y escribe a diario, da conferencias y explica lo que para él supone la enfermedad y “cómo se siente”. Ha publicado un libro, ‘Alzheimer desde dentro’, en el que cuenta que  “viviendo con los síntomas de demencia, estoy todavía aquí, aunque nunca me he ido”. Pide que lo capacitemos, que lo recapacitemos, pero que no lo incapacitemos. Quiere que su voz sea oída, que le demos un cuidado social y humanizado “porque es lo moral”. Afirma que “no podemos depender sólo de las medicinas, todavía no ha llegado la curación” y que “el equipo médico nos clasifica como ‘gente con demencia’ pero esto es muy limitado. Estamos todos allí/aquí, SIEMPRE”.
Esta extraordinaria experiencia me hizo ver aún más claramente que estamos en el camino adecuado; que Murcia va a la cabeza en las investigaciones cualitativas en terapias no farmacológicas. Con este “dulce trabajo” que aquí presentamos, estamos “recapacitando” a nuestros pacientes; estamos fijándonos no sólo en aquellas partes de su cerebro que están afectadas por la enfermedad (a las que por supuesto tratamos) si no a las que no lo están, a las que potenciamos. Cuando a alguien comienza a fallarle la memoria, le quedan muchas otras memorias, le quedan las muy ricas conexiones emocionales que nutren todas nuestras memorias desde que nacemos y que configuran la enorme riqueza de nuestro cerebro y de nuestro yo, de cada ser humano.
Decía el pintor y poeta murciano Ramón Gaya del que este año se conmemora su centenario: “el arte es una cosa carnale”. Creo que así es, el arte en cualquiera de sus manifestaciones, y la gastronomía es una de ellas, está en arraigado en lo más profundo de nuestra naturaleza, se ha hecho genético, es carnal. Y desde el punto de vista científico les aseguro que eso está impreso en nuestro cerebro y que es una extraordinaria herramienta terapéutica como estamos demostrando con nuestra investigación.

Carmen Antúnez Almagro
Directora de la Unidad de Demencias del hospital Universitario Virgen de la Arrixaca

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